viernes, 17 de junio de 2011

La silla del bar

No es ella tu descanso
sino el descanso mismo su acomodo,
su estar inmóvil, su mudez callada.
Artificio tan simple
qué más podrá pedir
sino la espera de que alguien fugaz
vaya en su busca
- vaivén incontrolable de idas y venidas - .
Inestables traseros desarmados
desprenderán su aroma
en algo tan sutil como su manto
hilado, blando, tosco,
resquebrajado o límpido.
Y, sin embargo, ella, impasible,
fiel solo a su dueño, tal vez.
Y a su memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario