viernes, 15 de julio de 2011

A Don Antonio Carvajal

Mi apreciado Don Antonio Carvajal
artífice del verso y la palabra.
Invitarte a mi Priego un claro día
fue un acierto, no sólo por la fecha
- mayo abierto a sus rezos y a sus flores-
sino por escucharte declamando
tus más queridos versos y poemas,
en un bello museo “Lozano Sidro”
entre amigos, gozando de la dulce
y hospitalaria mesa del encuentro,
libertad descubierta, simple gozo.
Luego el canto, la Aurora, los auroros
bien ,como tú dijiste, asemejando
a cantos de boleros celestiales.
Fragante noche, calidez de mayo
luminoso plagado de nostalgias
y de rezos, adagio del pasado
como antes, como entonces, cuando niños
henchidos de esperanza, de inocencia
porque todo se ignora, hasta la muerte.
La mañana siguiente, la gran Misa
música de Rossini, interpretada,
por amigos comunes, arrastrando
al fervor, que ocupara por momentos
el hueco de la fe casi perdida,
ya que al menos la mía, se aleja de
lo eterno con premura, a cada paso
distendida, súbitamente rota.
Más, mi gran cícero amigo, rapsoda
de todo lo expresado y compartido
me quedo con tus versos, tu poesía
abiertamente pura, diáfana, sincera,
poeta universal entre poetas.