¿Dónde están Pedro y
Sandra?
¿Dónde sus gritos, sus leves pisadas?
¿Dónde la voz cálida de la abuela?
Y las histerias de María
Y la suave luz de tarde añil,
No azul y melancólica,
Como mis días ahora.
Me siento maltratada,
sola y hundida.
Yo no quiero otros dueños.
Me acostumbré a sus risas, sus llantos,
Sus miserias, que también eran mías.
Estoy deshilachada y se me abren
Grietas como un amor maltrecho.
El zaguán huele a ausencia
¿Dónde están Pedro y Sandra?
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